Como perros y gatos
Existen muchos mitos respecto a la convivencia entre estas dos especies, pero la pregunta aquí es ¿de verdad es posible?
La respuesta depende del temperamento de las mascotas, edad y la forma en que sean introducidos el uno al otro.
Lo más probable es que quien muestre mayor rechazo sea la mascota que tenga más tiempo en nuestro hogar. Por otro lado, uno de los principales problemas que podríamos tener es la agresividad predatoria natural en los perros y la agresividad defensiva en los gatos; así como ajustes de territorialidad, competitividad y estrés, lo cual pudiera derivar en marcaje excesivo, defecar en zonas donde antes no lo hacían o incluso intentar un escape.
Es de mucha ayuda enseñar a nuestra mascota desde cachorro a convivir y socializar con otros animales, de tal manera que al ser adulto se facilite la convivencia de este con otra especie.
Si este tipo de socialización temprana no ha sido posible, no quiere decir que esta armonía sea imposible; sin embargo, debemos aclarar que sí requiere de mucho esfuerzo, dedicación y cuidado en el periodo de adaptación de ambos.
Consejos para el proceso de adaptación
Presentarlos en un lugar neutral y seguro para ambos, siempre bajo supervisión
En un principio llevar al perro con correa, evitando así acercamientos peligrosos
Mantener como dueño una actitud calmada, mientras éstos interactúan, olfatean y se conocen
Premiar al perro cuando éste actúe de forma tranquila frente al gato
Tener áreas de escape seguras para nuestro gato como sitios de más altura donde el perro no pueda subir; esto es algo que le dará mayor seguridad y control sobre su entorno, así como la posibilidad de resguardarse en caso de necesitarlo
Ten paciencia, hay animales que en cuestión de horas pueden adaptarse y convivir sin problemas, pero en otros casos puede tardar más tiempo, hay que respetar sus ritmos
No forzar la convivencia, debemos evitar cualquier tipo de confrontación. Si el perro se torna agresivo o nervioso, ladra o gruñe, sepáralos de forma tranquila, evitando en todo momento que nuestro gato se sienta acorralado.
Hay que tener claro que no podemos obligar o forzar en ningún momento la convivencia, ya que esto podría ser peligroso y traer consigo algún accidente. Si la situación se torna agresiva, lo mejor es desistir. Recuerda que la salud y bienestar de nuestras mascotas siempre será prioridad.
Por MVZ Tania Gabriela Vargas Angulo